jueves, 28 de febrero de 2008

Cumpleaños o muerte

Si tuviera que elegir un día para no vivir o para no despertar sin ninguna duda elegiría el de mi cumpleaños. No quisiera estar allí. No quisiera levantarme de la cama. Se que una vez que mis pies toquen el helado piso de una primavera que se hace rogar, mi felicidad era disminuyendo minuto a minuto. Pronto el teléfono empezará a sonar y los sabios de los buenos modales aturdirán mis oídos. Jamás cambiaran su rutina, la repiten año tras año:- Feliz cumpleaños, repiten , deseándome algo que no deseo. El más original me canta la canción de feliz cumpleaños y seguramente luego se vaya a dormir una siesta con la satisfacción del deber moral más que cumplido. El mundo quiere que sea feliz porque cumplo años.
- Es tu día, la tenes que pasar bien.- me obligan del otro lado del teléfono. Parece que mañana ya no voy a tener derecho a la felicidad.
No me hace feliz cumplir un año más, ¿Hace falta que lo explique? ¿Qué tiene de bueno? ¿Que ya pasaron años que ya no van a volver? ¿ Que ahora tengo un año menos por vivir y otro más que recordar?
Los regalos hoy me son indiferentes, ya no hay bicicleta ni pelota, ni videojuego que pueda transformar mi vida.

Mensaje de texto:

¿Cómo andas querido?¿Como la estas pasando? Feliz cumpleaños, que termines muy bien tu día. El Mono.

El mono es uno de esos tipos que ya no quedan, esos tipos que tienen códigos de bar, que guardan bajo siete llaves los secretos de sus amigos, que nunca buchonea a nadie, aunque él corra peligro. Su mensaje me demuestra lo ridículo de este día.
Otro más , llama por teléfono, no se quien es, pero siempre me llama para el cumpleaños, a veces sospecho que es una grabación, otras pienso en preguntarle quien es, pero me daría pena cortarle el juego u que se desilusionara al enterarse que lo desconozco. Cuando me llama este, siempre pienso que el estado debe brindar un servicio para que alguien llame a las personas que no tienen quien les diga feliz cumpleaños y así evitan los suicidios. Tal vez de ahí provenga la utilidad del D.N.I. Por eso, por las dudas, me encargo de perderlo con suficiente asiduidad.
Ya no atiendo mas el teléfono , en realidad nunca lo atiendo, ni siquiera cuando no cumplo años, me cansa , nunca es para mí, pero viene mi hermano y me dice: Déjate de joder, si sabes que va a ser para vos. Así que vuelvo a la fastidiosa rutina.
Ahora otro propone que me emborrache hasta la médula por la noche.
-Hoy no tengo ganas, ¿No puedo emborracharme mañana?- le preguntó. Pero mi solicitud es denegada:No, boludo, hoy es tu cumpleaños.

jueves, 21 de febrero de 2008

Viajante

Voy sola con una mochila vacía. Sola porque nadie me acompaña y con una mochila vacía porque no tengo nada que me importe perder. Si llego sola no es porque quiero sino como puedo, nadie me quiere tanto como para abandonar todo y venirse conmigo, o al menos eso creo, porque a nadie se lo propuse. A nadie le comenté mi plan; sólo lo ejecute. La mochila esta vacía, a veces imagino que en ella llevo todos mis recuerdos, esos que cuando empecé el camino creí eran pocos y cada día se agigantan más. La mochila cada vez está más pesada. A veces estoy convencida de que le he agregado algo, entonces frenó y la revisó; pero siempre hay lo mismo: Un cuaderno y una birome esperando ser artífices de una historia. Ellos buscan lo mismo que yo: una historia y también necesitan lo mismo que yo: alguien que ayude a escribirla.
Una de las cosas que más me gusta desde que empecé a andar es que no voy hacia ningún lado, dispongo de tiempo y camino pero no de obligaciones, no sueño ni con enamorarme ni con recibirme como las otras chicas de mi edad, yo creo haber comprendido que lo importante es el andar. Cuando quiero freno, a veces paro unos días en algunos pueblos y hasta llegó a trabajar pero nunca me quedo. Lo que no me gusta es la soledad, nada me gustaría más que compartir con alguien el camino. Pero sé que nadie hubiera querido, que todos se hubieran preocupado por impedir mi plan de felicidad. Tienen los ojos cerrados de ciudad, esa odiosa inmovilidad, esa sensación de irresponsabilidad ante todo aquello que se encuentre por fuera de los parámetros establecidos por quienes frenan nuestros pensamientos y nuestros deseos. Julián también, aunque sepa disimularlo es como los demás, es de esos hombres, que anda mostrando los grandes que tienen los huevos, pero a la hora de usarlos se borra. Igual lo extraño. No puedo evitar pensar en el que dirán, me imagino esas mentes podridas pensando, tal vez, que yo escapé con un hijo de ambos en mi vientre. Deben pensar en algo así, de dónde yo vengo nadie puede pensar que alguien solo salió a andar.